Os presentamos la opinión de un experto sobre la construcción en madera:
La madera ha formado parte de la tradición constructiva gallega desde siempre aunque interpretando un papel secundario relegado a ciertas partes de las edificaciones como las estructuras horizontales y de cubierta. Una razón evidente para utilizarla era la facilidad de obtención debido a la abundancia de zonas boscosas en nuestra comunidad.
En las últimas décadas nos hemos visto inmersos en una vorágine tecnológica que nos ha ofrecido multitud de materiales alternativos adaptados a las nuevas formas de construir. Estos materiales fueron adoptados rápidamente y su uso se extendió a la edificación de viviendas, favorecido por las nuevas tipologías predominantes (edificios en altura) con la conversión de una sociedad rural a una eminentemente urbana.
Las ventajas del uso de la madera son numerosísimas y vigentes de manera especial en la erección de viviendas unifamiliares y pequeñas construcciones. Entre ellas podemos contar la inmediata puesta en carga, su buen comportamiento a flexión, la facilidad para corregir defectos que puedan aparecer durante la ejecución, su gran rendimiento estructural en caso de incendio o su magnífico comportamiento térmico. Todo esto hace de la madera un material perfecto en climas fríos y secos pero aquí es donde se destapan sus puntos débiles. Su durabilidad y mantenimiento son su gran enemigo.
Sin embargo, países como los escandinavos, Suiza, Alemania o Japón, con gran tradición en el trabajo de la madera, nos enseñan que es posible un aprovechamiento de este material muy superior al que nosotros le damos. Nos aportan una amplia gama de soluciones, desde las tradicionales, como la utilización de un gran número de piezas pequeñas y fáciles de sustituir, hasta técnicas más modernas como las pinturas protectoras.
Otro punto de especial interés es el ahorro energético, ya que cualquier otro sistema constructivo habitual produce un consumo energético muy superior. Esto por sí solo convierte a la madera en un material sostenible, pero es que además es reciclable.
La aplicación de las políticas adecuadas para el cultivo de bosques dan como resultado una materia prima inagotable que, combinada con la necesaria inversión en investigación nos ofrece un recurso constructivo de infinita usabilidad y rentabilidad. Podríamos decir que la madera es a la construcción lo que el cerdo a nuestra gastronomía, ya que de ella se aprovecha todo, desde los grandes troncos hasta las virutas pasando por la corteza. Madera estructural, panelada, ornamental, aislante… el abanico es enorme y todavía está creciendo.
Países tecnológicamente punteros avanzan firmemente hacia un uso maderero cada vez mayor y siguen invirtiendo muchos recursos en investigación obteniendo poco a poco resultados prometedores. Esto hace intuir cuál es la dirección correcta a seguir, siempre condicionada a las adecuadas políticas de cultivo anteriormente mencionadas, que faciliten la obtención de este recurso a un coste bajo.
En las últimas décadas nos hemos visto inmersos en una vorágine tecnológica que nos ha ofrecido multitud de materiales alternativos adaptados a las nuevas formas de construir. Estos materiales fueron adoptados rápidamente y su uso se extendió a la edificación de viviendas, favorecido por las nuevas tipologías predominantes (edificios en altura) con la conversión de una sociedad rural a una eminentemente urbana.
Las ventajas del uso de la madera son numerosísimas y vigentes de manera especial en la erección de viviendas unifamiliares y pequeñas construcciones. Entre ellas podemos contar la inmediata puesta en carga, su buen comportamiento a flexión, la facilidad para corregir defectos que puedan aparecer durante la ejecución, su gran rendimiento estructural en caso de incendio o su magnífico comportamiento térmico. Todo esto hace de la madera un material perfecto en climas fríos y secos pero aquí es donde se destapan sus puntos débiles. Su durabilidad y mantenimiento son su gran enemigo.
Sin embargo, países como los escandinavos, Suiza, Alemania o Japón, con gran tradición en el trabajo de la madera, nos enseñan que es posible un aprovechamiento de este material muy superior al que nosotros le damos. Nos aportan una amplia gama de soluciones, desde las tradicionales, como la utilización de un gran número de piezas pequeñas y fáciles de sustituir, hasta técnicas más modernas como las pinturas protectoras.
Otro punto de especial interés es el ahorro energético, ya que cualquier otro sistema constructivo habitual produce un consumo energético muy superior. Esto por sí solo convierte a la madera en un material sostenible, pero es que además es reciclable.
La aplicación de las políticas adecuadas para el cultivo de bosques dan como resultado una materia prima inagotable que, combinada con la necesaria inversión en investigación nos ofrece un recurso constructivo de infinita usabilidad y rentabilidad. Podríamos decir que la madera es a la construcción lo que el cerdo a nuestra gastronomía, ya que de ella se aprovecha todo, desde los grandes troncos hasta las virutas pasando por la corteza. Madera estructural, panelada, ornamental, aislante… el abanico es enorme y todavía está creciendo.
Países tecnológicamente punteros avanzan firmemente hacia un uso maderero cada vez mayor y siguen invirtiendo muchos recursos en investigación obteniendo poco a poco resultados prometedores. Esto hace intuir cuál es la dirección correcta a seguir, siempre condicionada a las adecuadas políticas de cultivo anteriormente mencionadas, que faciliten la obtención de este recurso a un coste bajo.
Jose Carlos Otero Ares
Arquitecto